martes, 20 de julio de 2010

Los nuevos padres sufren la dificultad de poder conciliar


Compartir el cuidado de los hijos y las tareas domésticas cuando gran parte de las horas del día se las lleva el trabajo no es obra fácil. De hecho, así lo llevan advirtiendo las mujeres que desde hace años compatibilizan ambos mundos, el laboral y el personal, y encima en solitario ante la oposición de la pareja a asumir responsabilidades. Pero, ahora, ya no están solas en su petición de conciliación y de flexibilización. Se han sumado los llamados nuevos hombres, parejas concienciadas con la igualdad y que quieren compartir la crianza de los hijos. El problema es que estos padres implicados, aún minoría según los expertos, pero que parecen abocados a aumentar en no mucho tiempo, empiezan a sufrir en sus propias carnes el mal femenino por excelencia, el estrés.

Así lo ha puesto de manifiesto un estudio, realizado por el centro norteamericano Boston College, dirigido por los profesores Brad Harrington, Fred van Deusen y Jaime Ladge y titulado El nuevo padre. El trabajo, de carácter cualitativo, revela el agobio que sienten estos varones ante la cantidad de quehaceres que implica criar un hijo, desde cuidar su alimentación, su higiene y su salud hasta atender su desarrollo físico y psíquico, mientras se hace frente a los desafíos profesionales diarios. El mayor problema, y lo más estresante, es la falta de tiempo que agudiza la sensación de no tener ni un minuto para uno mismo. Esta circunstancia no sólo en la calidad de vida de uno mismo, sino también en la vida social, de pareja y sexual.

En primer lugar, muchos de los que participaron en la investigación del Boston College aseguraron que "ser padre conllevaba más trabajo del que habían previsto". Además, reconocieron que las nuevas tareas y el cansancio causa "tensión" en la pareja.

En España la situación también está cambiando; lentamente, pero cambiando. Así lo indica el informe El cuidado de las personas, un reto para el siglo XXI, dirigido por la catedrática Constanza Tobío y publicado por la Colección Estudios Sociales de la Fundación La Caixa. La vertiginosa transformación de la sociedad española en los últimos quince años, con la incorporación masiva de la mujer al trabajo (de 1998 al 2008, el porcentaje de amas de casa ha caído del 42% al 23%), está obligando al varón a replantearse su rol, principalmente los más jóvenes. Según explica Eva Marina, directora de la Universidad de Padres, "es muy difícil saber cuánto representan estos padres que se reparten con su pareja la tarea de criar a los hijos, pero la buena noticia es que estamos comprobando que existen". En su opinión, estos padres de nuevo cuño "se van incorporando poco a poco. Sin embargo, falta mucho camino por recorrer y muchos estereotipos que romper, como las barreras que supone la presión de familia, los amigos, entorno laboral, y el rechazo de una parte de las mujeres que, incluso si trabajan los dos, consideran que está bien mantener el modelo donde ellas asumen la mayoría de las labores que tienen que ver con el cuidado de los hijos".

"Muchos hombres –asegura Hugo Gensini, de la Asociación de Hombre por la Igualdad de Género (Ahige)– no quieren perderse la experiencia de ser padres, pero encuentran dificultades. Así, hay que cambiar la mentalidad del empleador, reforzando el compromiso de padres y madres, no penalizándolo".

El informe coordinado por Tobío destaca que el cuidado de los hijos por parte de los hombres es la responsabilidad que "primero aceptan" y "generalmente como ayuda que se presta a la madre, más que como responsabilidad propia". En cuanto a los trabajos domésticos, ellos continúan siendo reacios a compartirlos, y eso pese a que la pareja española es, al menos en teoría, la más igualitaria de Europa (el 66% dice que el modelo ideal de familia es aquel en el que reparten y comparten las tareas domésticas y el cuidado de los hijos). El nuevo hombre ha dado un paso en la crianza de los hijos, pero no participa en las tareas del hogar, "excepto el bricolaje".

"La logística del hogar –mantener la nevera llena, separar la ropa para la plancha...– y el cuidado de dependientes son tareas más ingratas y más rutinarias. Aunque cuidar a los hijos tampoco esté remunerado, sí comporta satisfacción y por eso muchos nos escaqueamos", reconoce Gensini. Para revolución pendiente, la de la colada.

Fuente: www.lavanguardia.es

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