miércoles, 15 de julio de 2009
Consejos para conciliar: Hacerse un lugar
“ No estoy feliz en mi empresa, no tengo tiempo para mi ni para mi familia…según nuestro convenio deberíamos salir de trabajar a las 18:00 horas, sin embargo desde que entre a trabajar aquí mi horario se extiende hasta las 19:30 por que mi jefe se queda hasta esa hora y yo debo quedarme”.
"A mi no me gusta como las cosas funcionan, pero las normativas de la empresa nos obligan a seguir una serie de procedimientos que tenemos que asumir, el pensar en proponer cambios es algo casi imposible a pesar de que los mismos impliquen ventajas para la organización”.
Asumir, debo, tengo que… nuestro lenguaje esta lleno de palabras que denotan la sensación de obligación cerrando con ello la fuerza de nuestra posibilidad de elección, la creación de espacios que legitimen las necesidades, percepciones, experiencias y la posibilidad de aportar y generar cambios desde nuestra propia individualidad.
Cuando anclamos nuestras posibilidade s de generar cambios en la norma, en la seguridad del trabajo actual, en el temor a arriesgarnos negamos la posibilidad de hacer de ese cambio algo real… porque si en tu organización no existe el espacio formal para dar cuenta de tus necesidades y o ideas de mejora no significa que tu no puedas hacer algo para intentar crear ese espacio y con ello darte cuenta si tu organización podrá acompañarte o no en la evolución que te hace falta.
Movilizarnos por lo que buscamos, tomar conciencia del poder que tenemos en las realidades en las que participamos, en la responsabilidad como constructores y mantenedores de la cultura empresarial de nuestras organizaciones es abrirse una puerta a la posibilidad de acción y al cambio, es legitimarte y hacer una invitación a la escucha y al diálogo.
En nuestro trabajo opera un sistema organizado de normativas explícitas e implícitas, jerarquías formales e informales, códigos, procedimientos, protocolos, paquetes etc. que nos dificultan pensar en poder expresarnos y hacer algo distinto. Hoy quiero empezar con una pregunta, si eso es así y no estamos conformes: ¿Qué estamos haciendo cada uno de nosotros para cambiarlo?
Experiencias cercanas y lejanas –incluso personales- dan cuenta de las dificultades con las que nos enfrentamos cuando queremos implementar algo nuevo, cuando queremos pensar distinto y movernos de lo establecido, cuando buscamos potenciar la visión persona/necesidad individual dando cuenta de nuestra situación.
Desde un marco en el que las empresas ofrecían servicios estandar a sus empleados pasamos a la era de la necesidad de personalización, del tener al ser, y es justo ahí… en el ser , en la acción y proyección de lo que eres en todo lo que haces donde existe una clara invitación y oportunidad para las personas y organizaciones. Las empresas necesitan adaptarse a los cambios del entorno para sobrevivir y tus necesidades, experiencias, percepciones e ideas pueden representar las de unas cuentas personas de tu organización, entorno o mercado…. ¿Sabe esto tu organización? El cuestionamiento de las formas que hasta ahora se han utilizado para gestionar a las personas pasa por formar parte de la construcción de nuevos paradigmas, pasa por darte la oportunidad de intentar ser un puente entre la realidad organizacional y tu propia realidad dando cuenta de la misma desde el lugar que ocupas en tu organización.
La idea fundamental en todo esto es qué hacemos nosotros, ¿cuál es nuestra impronta para que esto cambie, realmente no se puede hacer nada? ¿O se trata de saber estar ahí para generarnos un espacio y que emerja finalmente algo nuevo?. Es generar un lugar personal, es “estar” pero estando, “ser” pero siendo. A mis pacientes les digo, cambiemos la culpa por responsabilidad, es posible no?, claramente no estamos hablando de lo mismo, aunque ambas palabras rodean el mismo sentido, sin embargo, con la primera nos cerramos cualquier opción posible, “ya nada se puede hacer”; con la segunda nos abrimos posibilidades. La culpa encierra e inmoviliza, la responsabilidad –responsabilidad en términos personales, “ser responsable de mí mismo”- nos moviliza.
¿Cuál es mi responsabilidad en que esto cambie de alguna manera?
Hacerse un lugar no es fácil, implica cambiar de posición en la cual habitualmente estamos acostumbrados a funcionar “asumiendo que las cosas son así y no se pueden cambiar”, por eso el cambio subjetivo, el contactarnos con nuestros potenciales, con nuestras habilidades, incluso con nuestros errores, nos permite crear un lugar, posicionarnos de una manera diferente frente a lo establecido. El cambio no es el caos, no estamos en contra de una estructura organizativa si no que estamos por una estructura que admita la novedad, la singularidad y diversidad de las personas y visiones.
En este sentido, el acto creativo siempre es dentro de una estructura que cambia, que incluye nuevas formas de hacer las cosas, un cambio que abre sentidos, genera diálogo en el cual las personas participan.
Cada acto creativo y aporte que podamos generar por mínimo que sea, genera pasos a partir de los cuales se empiezan a generar los cambios. ¿Porqué los horarios de trabajo se extienden, en un intento por mostrar que trabajamos más?, ¿Porqué cuando llega a nuestra empresa un nuevo modelo de conciliación exportado de otro lugar, ajeno a nuestras propias necesidades, simplemente lo hacemos funcionar de manera operatoria?
Los modelos que hemos mantenido hasta ahora han ido cambiando, los referentes en los cuales nos sostenemos también, estamos en la era de la participación, hoy las personas construimos realidades a través de blog ,web, redes sociales, a través de nuestra acción y si en este sentido el referente hoy día actúa en nombre de la libertad personal, en el ser, debemos saber manejarlo sin caer en nuestra propia trampa: Es decir, nosotros mismos no limitar nuestras posibilidades. ¿Cuántas normas, protocolos, códigos que podrías enunciar en tu trabajo realmente existen, están escritas? ¿Cuántas de ellas responden a creencias, a lo que alguien un día te dijo que tenías que hacer o decir?
La opción de acción, de elección, de dar cuenta existe y la evaluación del coste que estamos dispuestos a pagar por intentar generar el lugar que buscamos está en nuestras manos al igual que la responsabilidad que tenemos con nosotros mismos de ser felices y estar satisfechos con lo que hacemos en nuestro día a día.
Adelante, te invito a responderte la pregunta que inicia mi artículo: ¿Qué estamos haciendo cada uno de nosotros para cambiarlo?
karincruz@conciliamos.es
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